sábado, 5 de abril de 2008

GUÍA PARA LA PUBLICACIÓN DE LIBROS (2 y 2a)

Estrategia y objetivos generales

En su libro Guía para la publicación de libros, Datus Smith explica que la industria editorial de cualquier país, desarrollado o en vías de desarrollo, es el dispositivo que echa a andar la compleja maquinaria social. Es decir, la publicación de libros permite el desarrollo social, educativo y económico de una sociedad.

Una industria editorial local es necesaria, independientemente si se tiene acceso a libros provenientes del extranjero, para el enriquecimiento cultural, para garantizar oportunidades de expresión a los pensadores, escritores y artistas nacionales, y para el desarrollo del sentido de unidad nacional, así como de la tradición histórica.

Los libros son las mejores herramientas de la educación, ya que «la lectura realizada por iniciativa propia representa la manera más económica de educación autodidáctica y la que supera cualquier obstáculo –incluso la carencia de maestros competentes- si existen libros disponibles que proporcionen datos y situaciones comprensibles para todo público en función de sus propias vivencias».
[1]

La publicación de libros es un asunto complejo que requiere del esfuerzo de todo un equipo humano y de los insumos necesarios para hacerlo. Cada miembro de disco equipo desempeña un papel específico.

Socios en el negocio de los libros

Existen cuatro indispensables para crear una industria editorial: el autor, quien escribe el manuscrito; el impresor, que transforma el manuscrito en libro; el vendedor, que se encarga de poner a la venta los ejemplares producidos, y el editor, que organiza el esfuerzo conjunto de los tres primeros elementos.

El autor es el creador o formulador de las ideas que serán comunicadas al mundo a través de un libro. Él es quien conjunta palabras, fotos, gráficas, tablas y demás recursos mediante los cuales se presentan las ideas. El autor, en un sentido contractual, puede ser una persona, un grupo, una institución o incluso un gobierno.

El autor es el único dueño de los derechos de publicación de su obra, y generalmente trata de vender ese derecho –o alquilarlo, o asignarlo- a una editorial para su reproducción.

Para garantizar un trato justo a los autores y a la vez estimular la creación de libros, fueron elaboradas las leyes sobre derechos de publicación. Sin embargo, la carencia de leyes adecuadas de copyright o su incumplimiento puede dificultar al autor la defensa de sus derechos.

Conforme al modelo tradicional, el autor firma un contrato mediante el cual autoriza al editor a obtener copias impresas y venderlas; el autor recibirá a cambio un pago, el cual depende generalmente del número de ejemplares vendidos. Una vez firmado el contrato de edición, el autor debe entregar el manuscrito al editor, éste se encarga de su reproducción y distribución.

En la práctica las cosas suceden de manera distinta, en ocasiones, el autor puede permitir la participación del editor en la planificación de su libro. «Un editor creativo y con imaginación puede ser de gran ayuda para que el autor encuentre la manera en que su habilidad literaria y su conocimiento pueden ser aplicados a un proyecto de libro que el público necesita y para el cual existe un mercado potencial».[2] No obstante, cada autor debe definir hasta qué punto está dispuesto a permitir la participación del editor en la planificación de un libro.

El impresor es el fabricante del libro. Recibe del editor el manuscrito, hace la composición tipográfica, encuaderna la edición y lo devuelve impreso al editor. Bajo circunstancias normales el impresor no arriesga en un proyecto de libro, ya que los ingresos que le genera la impresión de cualquier tipo de libro se garantiza mediante un contrato con el editor, no depende –como es el caso del editor y del autor- de las ventas de la obra.

En términos generales, las tareas del impresor son cuidar la calidad de la impresión, contar con el suministro de papel apropiado, hacer un riguroso seguimiento del proceso, tener cuidado en la revisión de las pruebas y la calendarización de operaciones para que los procesos de producción se lleven a tiempo.

Incluso, un impresor inteligente puede contribuir con aportaciones que van más allá de sus responsabilidades normales como el diseño del libro, poniendo especial cuidado en la composición tipográfica, el formato, los colores de tinta empleados en la impresión, la elección de papel adecuado, la encuadernación, etc.

El vendedor recibe los libros directa o indirectamente del editor, comprándolos a un precio menor al que tiene que pagar el cliente en una librería, o de laguna otra forma. Generalmente el vendedor es la última persona, aparte del consumidor, en la cadena que inicia el autor.

Tanto las librerías convencionales como los vendedores de libros al menudeo son promotores de la lectura, en tanto que mantienen un amplio surtido de libros sobre los temas y procedente de diversos editores.

El editor recibe el manuscrito de manos del autor, aporta el capital que se requiere, contrata los servicios de dibujantes, traductores y otros especialistas en la materia; turna a la imprenta el trabajo y lo supervisa; luego distribuye los libros producidos en los mercados potenciales. En resumen, el editor pone en marcha toda la maquinaria de la edición.

El papel del editor en la sociedad es que el negocio de éste es la comunicación. Sucede que el libro es actualmente la más importante herramienta para tal propósito, pese a los nuevos descubrimientos, los programas de computadora y la televisión educativa.

El editor experimentado reconoce que el uso de los libros debe ser combinado con el uso de otras estrategias en el futuro, y tales recursos no deben ser vistos como enemigos a sus intereses, sino como métodos de comunicación susceptibles de ser usados para los mismos propósitos para los mismos propósitos para los cuales sólo se utilizan los libros. Un claro ejemplo son los audio libros.

Tanto el autor como el impresor, vendedor y editor son esenciales en el esfuerzo editorial. El hecho de que un individuo o una empresa puedan asumir la responsabilidad de más de una de las tareas anteriores no significa que falte uno de los cuatro antes mencionados.

[1] Datus Smith, Guía para la publicación de libros, pág. 16
[2] Ib. pág. 22
FUENTE: Smith, Datus, Guía para la publicación de libros, Universidad de Guadalajara, México, 1991.

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